Para Andrés Invernizzi Prats
"No es morir lo que me molesta, lo que me molesta es estar perdido".
—Charles Bukowski.
No
no permitiré que arruines
irresponsablemente
este sábado magnífico
con noticias absurdas.
Me han dicho
que araste amargos horizontes
y que te observaron hablando con las estrellas.
Lejos quedaron las noches en que fumabas con el Pombero
intercambiando antiguos secretos de la selva olvidada.
Pendejo poderoso, hermano irresponsable,
genial escupidor de llamas, saltimbanqui tercermundista,
ordenador de azares, taumaturgo de la polka,
mita'i mbareté de las calles.
Elegiste
pender yerto de una viga de lapacho
a escribir tu historia pequeña
en el polvo de las calles de tu barrio.
Del viejo barrio que caminamos una madrugada
buscando inútilmente una bodega misericordiosa.
El espejo del baño te olvidó,
al reloj de la sala se le acabó la pila, la hornalla
ya no sabe de calores,
la luz que se cuela por los visillos
no te despertará más y la cama
que sostendrá tu peso será la caja
que albergará tu último sueño.
No esperaste que el almanaque
exhalase una hoja más, apresuraste
el trago como quien va de viaje
como quien cabalga a pelo.
Como quien va de prisa.
La espera se te hizo larga.
La meta te quedó lejana.
Tu sangre latió con otro ritmo y no avisó
que se iría a destiempo,
que la hoja mágica que guardabas en el bolso
iba a ser tan pronto barrida por el viento.
No nos diste tiempo, hermano.
Ni el silbido del Karai Pyharé detuvo tu mano que, firme,
tejió el lazo sinuoso.
Pero yo
no dejaré este sábado colgando.
Fingiré que todo está bien.
Que un día me llamarás
para destapar una botella fría
para reírnos hasta morir de un sábado absurdo que nunca existió.